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Asociación
Para La Soberania Colombiana
En lo que consitutye una gran diáspora que
parece no tener fin, millones de colombianos han
decidido marcharse a otros países. La principal
causa de este fenómeno radica en el grave
deterioro que durante los últimos lustros han
sufrido renglones claves de la economía nacional,
a la raíz de la adopción y aplicación por parte
de los sucesivos gobiernos de las políticas
neoliberales que por doquier imponen los Estados
Unidos. Quienes han emigrado hacen parte del
ingente número de compatriotas que debido a esa
situación no encuentran viable ninguna empresa
productiva o carecen de oportunidades laborales,
por lo que van sumiéndose en la degradación de
sus condiciones materiales y sociales, mientras
que las repercusiones de las entrecruzadas
violencias, no pocas de tipo terrorista, que se
han enseñoreado del país, tornan aún más
exasperante su situación. Es indudable que,
aunque un apreciable número de colombianos
también ha abandonado el país como consecuencia
de situaciones en las que su integridad personal
o la de sus familiares se han visto afectadas
por las ráfagas de la violencia y las
manifestaciones de intolerancia política, la
inmensa mayoría lo ha hecho por ser víctima de
la crisis económica.
Una vez instalados en el extranjero, la inmensa
mayoría de quienes emigran se esmeran por
mantener su raigambre con Colombia. Tanto el
pasaporte colombiano como la doble nacionalidad
constituyen, junto a su carácter de licencias
legales, claras manifestaciones de esta actitud.
Además, ellos no sólo conservan sus vínculos
sociales y familiares y se sienten orgullosos de
su cultura, sino que en ningún momento son
indiferentes ante la profunda crisis económica,
social y política que atraviesa el país. Al
mismo tiempo, son muchos los nacionales de otros
países y varias las organizaciones
internacionales o locales que observan con
inquietud el constante empeoramiento de las
condiciones de vida en Colombia. Evidentemente,
unos y otros estarían interesados en participar
en un proceso que contribuya al discernimiento
del mejor camino para el progreso de la nación y
a aunar y encauzar sus esfuerzos hacia este
logro. A partir de 1990, cuando empezara a
implantarse la política de apertura neoliberal
en Colombia, la balanza comercial, que se había
sostenido en equilibrio durante las décadas
anteriores, se tornó deficitaria y en la
actualidad, según la CEPAL, acumula una pérdida
total de más de 30.000 millones de dólares.
Igualmente, la tasa de ahorro nacional descendió
en 50% y el crecimiento de la deuda externa se
disparó, alcanzando en el año 2001 la suma de
39.038 millones de dólares; monto que es igual a
más de 50% del Producto Bruto Interno. Al
aplicarse la mencionada política aperturista —impulsada
por el Fondo Monetario Internacional dentro de
la globalización norteamericana que asuela todo
el planeta — las importaciones agropecuarias se
incrementaron en un 900% con la consecuente
quiebra de los renglones económicos afectados.
Incluso el café, otrora orgullo de las
exportaciones colombianas, redujo la producción
en 6 millones de sacos y hoy los afanados
cafeteros, mostrados bajo el impecable símbolo
de Juan Valdez, cultivan 200.000 hectáreas menos
que hace 10 años. De igual manera, la producción
industrial y agropecuaria, el comercio, la salud,
la educación y los servicios públicos
domiciliarios han sufrido el impacto de las
privatizaciones y la concesión de prerrogativas
al capital extranjero, con lo que el desempleo,
la pobreza y la incertidumbre económica han
llegado a niveles insoportables. Mas como si
todo esto no bastara, ahora el gobierno de
Álvaro Uribe se dispone a suscribir con el de
Estados Unidos un tratado de libre comercio que
al implantar una liberalización extrema
profundizará la crisis. Por contera, el mismo
presidente Uribe está actualmente empeñado en
exacerbarla al intentar prolongar
antidemocráticamente su mandato por cuatro años
más. No es de extrañar entonces que en los
últimos tres lustros cientos de miles de
colombianos de tan heterogéneos oficios como
maestros, deportistas, pilotos, médicos,
comerciantes y obreros, artistas, científicos,
ganaderos y campesinos, industriales y
empresarios, hayan abandonado en masa su patria
trasladándose a Estados Unidos, España y otros
países. Y la situación que en ellos encuentran
no puede ser más difícil: no sólo necesitan
obtener la legalización de su nueva residencia
sino que deben competir por el empleo con los
nativos, quienes poseen obvias ventajas, y con
inmigrantes procedentes de otras naciones. Muy
pronto enfrentan la ardua e imprescindible tarea
de involucrarse en una actividad productiva o
comercial que corresponda a la calificación y
experiencia con que cuentan, so pena de verse
obligados a desempeñar los trabajos más duros y
peor remunerados
Aparte del "choque cultural", cuyas
consecuencias psicológicas cobran un alto precio
en términos de pérdida de estatus, separación de
familiares y amigos, aislamiento y depresión, el
inmigrante debe atravesar un tortuoso proceso de
adaptación laboral y personal que transcurre
generalmente sin mayor atención y protección por
parte de las Embajadas y Consulados del gobierno
colombiano. Junto a los pequeños núcleos de
colombianos prestantes que han logrado
destacarse profesionalmente en el mundo de los
negocios o en los campos de la ciencia y del
arte, existen decenas de miles que ni siquiera
cuentan con un estatus legal de residencia y un
buen número de ellos vive en situaciones
económicas en muchos aspectos similares a las
que los motivaron a partir. Colombia recibe
actualmente tres mil millones de dólares anuales
por concepto de envíos de dinero desde el
exterior. Paradójicamente, ese inmenso esfuerzo
por aliviar o mejorar la situación económica de
sus familiares con envíos regulares de dinero
constituye a su vez el ingreso de divisas que
les permite a los gobernantes sufragar parte
considerable de la deuda externa y del pago de
las importaciones con las que progresivamente se
arruina la producción nacional. Esto significa
que quienes imponen la política económica
neoliberal que arruina el país son a la vez los
causantes del empobrecimiento de la población y
de la alta emigración. Triste situación la de un
país que en otras condiciones podría desarrollar
la producción agropecuaria e industrial y forjar
una eficiente red de servicios públicos que le
permitan la creación de un sólido mercado
interno, pero cuyos dirigentes condenan la
nación a vivir de los generosos aportes de sus
hijos en el extranjero, los mismos que utilizan
para reciclar la crisis.
Esta situación nos ha llevado a un grupo de
colombianos y de amigos de Colombia en el
exterior a proponer la creación de la Asociación
para la Soberanía de Colombia, la cual tendrá
como propósitos principales pugnar:
Por el progreso de Colombia. Lo cual implica
contribuir con el análisis de la situación nacional a fin de formular
propuestas políticas y económicas conducentes a la solución de la crisis
actual. Las propuestas deben tener como eje la salvaguarda de la soberanía,
el desarrollo de la democracia, el fortalecimiento del mercado interno con
base en la defensa de la producción nacional y el fortalecimiento de los
lazos económicos y políticos con todas las naciones a partir del respeto
mutuo y el beneficio reciproco. Esto supone la rectificación de las
políticas de subordinación y neoliberalismo que han llevado a dicha crisis.
Por el bienestar de los migrantes colombianos y
el buen nombre de Colombia en el exterior. En particular, se harán esfuerzos
por propiciar que los nacionales que moran en un país extranjero tengan una
pronta solución a su estatus legal de residencia, mejoren sus condiciones
sociales y económicas y preserven sus raíces culturales. También se
propagará una visión de la nación colombiana que cobije a cabalidad tanto su
historia y su cultura como los diferentes aspectos de la situación que hoy
vive.
Por la defensa de la democracia. Se propugnará
el respeto a las libertades y derechos democráticos de la población contra
todo autoritarismo, el acatamiento por parte de los gobernantes de las
normas constitucionales y legales que actualmente rigen la administración
que presiden y la vigencia de procedimientos civilizados en la lucha
política, lo cual comprende la condena al terrorismo, el secuestro, la
extorsión y todas las manifestaciones de violencia y arbitrariedad que
impiden o dificultan las actividades y expresiones democráticas de los
ciudadanos, los partidos políticos y las organizaciones sociales. También se
propugnará la solución política negociada de los conflictos armados y se
apoyaran luchas de trabajadores en pro de su bienestar y de la defensa de la
soberania nacional.
Además, la
Asociación por la soberanía de Colombia se
atendrá a los siguientes criterios:
a) Sobre las
relaciones con los gobiernos. Resguardará su
autonomía., asumiendo rigurosamente una posición
de independencia frente al gobierno colombiano y
frente a los gobiernos de los países donde los
migrantes se hayan establecido.
b) Sobre los
miembros. Todos los colombianos establecidos en
el extranjero, así como los nacionales de otros
países interesados en el desarrollo económico,
político y cultural de Colombia, que acojan los
criterios y objetivos antes reseñados, están
llamados a ser miembros de esta asociación y a
participar democráticamente en su organización y
sus actividades.
c) Sobre la
organización. Los abajo firmantes de esta
declaración nos constituimos en coordinadores
provisionales de los esfuerzos que conduzcan a
la creación de la asociación, entre ellos los
atinentes a la mayor y más acabada concreción de
sus objetivos y a los preceptos que deben regir
su funcionamiento, para lo cual se consultará la
opinión de todos aquellos que durante un tiempo
prudencial de seis meses adhieran a esta
declaración, convirtiéndose así en miembros de
la asociación en cierne.